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El Instituto de Espiritualidad les invita a participar del siguiente curso taller para fortalecernos y seguir creciendo en nuestra vida interior.

 

A lo largo de esta semana de espiritualidad tendremos varios puntos de vista (Teológico, filosófico, psicológico y espiritual) para poder acompañar el proceso de duelo ante la ausencia de cuerpo. La realidad actual de la pandemia nos ha arrojado a redefinir nuestros ritos, símbolos, forma de relacionarnos. Y en relación a los duelos, nos ha abierto a una nueva comprensión de proceso. Con el presente taller buscamos dar algunas herramientas que nos permitan conocer nuestra realidad y nuestra existencia.

 

Finalizada la semana de espiritualidad, se les entregará a quienes participen lo siguiente:

  1. Memorias del evento (videos y presentaciones)

  2. Documentos y materiales en formato digital

  3. Certificado de 8 horas de formación por parte del Instituto de espiritualidad

 

El curso taller es 100% virtual por medio de las plataformas virtuales del Instituto de espiritualidad.

Primer día de nuestra semana de espiritualidad

10 de noviembre

LECTIO INAUGURAL.png

Lectio Inaugural

Fray Darwin Castro, OCD.

Lectura del evangelio según San Juan, 20 1. 11 – 18

 

En aquel tiempo, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano (cuando todavía estaba oscuro), vio que la piedra, que cerraba la entrada del sepulcro, había sido removida… María se quedó llorando fuera, junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó para mirar dentro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. Le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?” Les respondió: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”. Dicho esto, se dio vuelta y vio a Jesús allí, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” Ella creyendo que era el cuidador del huerto le contestó: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo iré a buscar”. Jesús le dijo: “María”. Ella se dio la vuelta y le dijo: “Rabboní” (que quiere decir: Maestro). Jesús le dijo: “Suéltame, pues aún no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes”. María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: “He visto al Señor y les manda a decir que sube al Padre, que es Padre de ustedes; a Dios, que es Dios de ustedes".

 

Palabra del Señor

 

DECIDME ¿DÓNDE LO HAN PUESTO?

“Decidme ¿dónde lo han puesto?” Es la pregunta que se hace María Magdalena ante las puertas del sepulcro por la pérdida de su Señor. Es la pregunta que se han hecho las madres de la plaza de mayo en Argentina, quienes por más de 45 años no han vuelto a ver a sus hijos desaparecidos. La pregunta que se hacen los colombianos en una guerra que lleva más de 50 años, guerra en la cual aparecen muertos y desaparecen vivos. La pregunta que se hicieron los judíos durante la segunda guerra mundial, quienes después de los campos de concentración, nunca más volvieron a tener siquiera los restos de sus familiares.

 

¿Dónde?, ¿dónde? es la pregunta que se hicieron los chilenos durante la dictadura fascista cuando pasaban los buses, recogían a los opositores y luego se perdían en las montañas. La pregunta que se hicieron en Ruanda durante el genocidio cuando miles de ciudadanos salieron a las calles a buscar los cuerpos desfigurados de sus seres queridos. La pregunta que aún se hacen los españoles al recordar la guerra civil. La pegunta que se hicieron en el salvador durante el levantamiento campesino.

 

¿Dónde lo han puesto? Es la pregunta que se hace en este momento toda la humanidad, al atravesar la emergencia sanitaria; es la pregunta que se hacen hombres y mujeres que ven partir a sus seres queridos gravemente enfermos, los ven ingresar a un hospital y nunca más vuelven a verlos o en su defecto solo reciben una caja de cenizas…

 

Decidme ¿dónde lo han puesto? Es una pregunta tan actual, que necesita ser respondida en estos días, en estos tiempos de pandemia. Por ello, con la intención de responder a esta pregunta, nosotros, como Instituto de Espiritualidad, en la ciudad de Quito, en conjunto con un gran equipo de colaboradores hemos soñado esta semana con la idea de poder proporcionar algunos elementos o herramientas para este proceso en el que estamos inmersos.

 

Cuando soñamos esta semana, la soñamos pensando en las personas que estaban afrontando esta realidad de la Covid-19, observábamos a varios fieles que perdían a sus seres queridos y que no podían celebrar sus actos fúnebres completamente; observábamos el sufrimiento de muchas personas que se acercaron a nosotros con la total impotencia de no saber nada de sus seres queridos. Pero también se nos fueron metiendo en el tintero personas que querían acompañar a quienes estaban pasando por esta situación, así que, al estructurar esta semana, la proyectamos pensando en todos ustedes que están participando con nosotros: personas que han perdido familiares y no les han podido despedir; acompañantes espirituales, religiosos, religiosas, laicos y laicas que quieren ser una voz de tranquilidad y paz en medio de esta realidad.

 

En fin, esta semana de reflexión nace en este contexto particular, en medio de la inseguridad de la fe, la incertidumbre de los hechos, la intranquilidad al respirar el aire, en sentirnos faltos de esperanza y con la necesidad de ahondar en lo profundo de la divinidad para poder robarle un trazo de su verdad. ¿Qué deseamos con esta semana? Hacer un eco en una invitación clave: confianza y comunicación con el buen Dios, que podamos acudir a la empatía poniendo en mente y corazón a quien está sufriendo, y dar una palabra de aliento, no con formulas sino con retazos de un corazón que ama; para que, el sufriente y el acompañante, puedan sentir el alivio y el calor de la divinidad. 

 

Por ello y más, queremos decirles que es un regocijo para nosotros poder acompañarles, y poder, con este espacio, ser alimentados de experiencia, profesionalismo y espiritualidad. Bienvenidos todos a nuestra semana de espiritualidad: Decidme, ¿dónde lo han puesto?

Algunos Poemas para la reflexión

Los recordamos

Rittner Marcelo, Aprendiendo a decir adiós.

 

Al amanecer y al atardecer,

los recordamos.

Cuando sopla el viento y en el frío del invierno,

los recordamos.

Al abrirse las flores y en el renacimiento de la primavera,

los recordamos.

En el azul del cielo y en lo cálido del verano,

los recordamos.

En el rumor de las hojas y en la belleza del otoño,

los recordamos.

Al principio del año y cuando termina,

los recordamos.

Mientras vivamos, ellos también vivirán;

ya que ahora son una parte de nosotros,

al recordarlos.

Cuando estamos perdidos y angustiados,

los recordamos.

Cuando tenemos alegrías que deseamos compartir,

los recordamos.

Cuando debemos tomar decisiones difíciles,

los recordamos.

Cuando logramos algo que empezó con ellos,

los recordamos.

Mientras vivamos ellos también vivirán;

ya que son parte de nosotros,

por eso los recordamos.

 

          

Aprendiendo a decir adiós

Rittner Marcelo, Aprendiendo a decir adiós.

Cuando llegue al final del camino

y el sol se haya puesto para mí,

no quiero ritos en una habitación llena de tristeza.

¿por qué orar por un alma que es libre al fin?

Échame de menos un poco,

pero no por mucho tiempo, y no cabizbajo,

recuerda el amor que una vez compartimos,

échame de menos, pero déjame ir.

 

Porque este es un viaje que todos debemos hacer,

y cada uno debe ir solo.

Todo es parte del plan del Maestro.

Me encuentro camino a casa.

Estoy bien. Estoy en paz.

Pero me preocupas tú.

 

Cuando estés solo y tu corazón

se sienta invadido por la tristeza o la melancolía,

acude a los amigos que conocemos.

Entierra tus pesares haciendo buenas obras.

Avanza por el camino de tu vida,

échame de menos, pero déjame ir.

Segundo día de nuestra semana de espiritualidad

11 de noviembre

Desafíos en el Duelo

Teresita Pulliquitín (Psicóloga) 

El proceso de duelo nos sumerge en una montaña rusa de emociones, sin embargo, cada paso que damos para elaborarlo, nos permite darnos permiso de pensar en la persona que perdimos, validar lo que sentimos por ella y el dolor que provoca su ausencia. Para ahondar en este proceso proponemos las siguientes tareas:

TAREA 1: Aceptar la realidad de la pérdida.
Reconocer la pérdida para aceptar la realidad que estoy viviendo. Está relacionado con la necesidad de tomar decisiones sobre las pertenencias de nuestro ser querido.

 

TAREA 2: Expresar los sentimientos.
Poder sentir y manifestar lo que se siente. Identificar que hay otros sentimientos unidos al dolor que pueden aparecer como son: la angustia, la culpa y la ira.

 

TAREA 3: Recordar y revisar la relación.
Admitir y revivir los sentimientos, los recuerdos y los momentos compartidos de una manera realista.

 

TAREA 4: Replantear los papeles.
Replantear la identidad propia y familiar, el estilo, los valores y las prioridades.

 

TAREA 5: Reconstruir la relación con lo que se había perdido.
Readaptarse a un ambiente que acepta la ausencia de nuestro ser querido.

 

TAREA 6: Reinvertir la energía psicológica.
Liberar la energía psicológica de la relación con quién murió. Desarrollar nuevas habilidades o intereses, nuevos proyectos, nuevas amistades o retomar las que se habían dejado.

Culpable

Francisco Álvarez, Orar en el Duelo

No Puedo, o tal vez no quiero 

¡Qué extraña sensación!

Te fuiste para siempre

y quisiera apropiarme de tu muerte

haberme ido en tu lugar.

Quisiera reparar una injusticia

que también esa sobre mí.

Te fuiste 

y no ceso de preguntarme 

si hice lo posible 

para que no te fueras,

si di rienda suelta al amor

y a la premura.

Te fuiste 

y una amarga sensación de culpa 

me ahoga por dentro.

 

Te fuiste, 

y no puedo o no quiero aceptar

que todo sea ya definitivo. 

En el marco de esta semana de espiritualidad les compartimos el siguiente cortometraje para con él seguir profundizando y reflexionando: “Y yo a ti” es un cortometraje grabado en la ciudad de Caracas y cuenta con las actuaciones de Ron Dulcey y el director del corto, Oliver Rondon. Narra la conmovedora e impredecible historia entre estos dos amigos; es una historia que sin duda aflojará nuestros corazones.

Tercer día de nuestra semana de espiritualidad

12 de noviembre

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"Bienaventurados los que lloran,

porque serán consolados"

Ángela María Sierra (Teóloga) 

Ante los procesos de dolor y duelo, es necesario hacer uso de símbolos que nos puedan ayudar a comprender nuestra experiencia y a entendernos a nosotros mismos. Por ello, con la ayuda de la pericopa de Lázaro, en el evangelio de San Juan en conjunto de algunos salmos de consolación reflexionamos esos símbolos que necesitamos para reinterpretar nuestro proceso. 

Lectura del Evangelio según san Juan, 11, 1 - 45
 

Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo.» Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba. Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.» Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?» Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él.»

 

Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle.» Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará.» Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño. Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él.»

 

Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él.» Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano.

 

Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.» Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.» Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.» Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.»

 

Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama.» Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue donde él. Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí.

 

Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.» Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden: «Señor, ven y lo verás.» Jesús se echó a llorar. Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.» Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?» Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: «Quitad la piedra.» Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día.» Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?» Quitaron, pues, la piedra.

 

Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado.» Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!» Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar.» Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él."

Palabra del Señor. 

Salmos de consolación

"Pero Dios rescatará mi alma,

de las garras del seol me cobrará."

Salmo 49, 16

"Bendigo a Yahveh que me aconseja;

aun de noche mi conciencia me instruye;

pongo a Yahveh ante mí sin cesar;

porque él está a mi diestra, no vacilo.

Por eso se me alegra el corazón,

mis entrañas retozan,

y hasta mi carne en seguro descansa;

pues no has de abandonar mi alma al seol,

ni dejarás a tu amigo ver la fosa.

Me enseñarás el caminó de la vida,

hartura de goces, delante de tu rostro,

a tu derecha, delicias para siempre"

Salmo 16, 7 – 11

"Pero a mí, que estoy siempre contigo,

de la mano derecha me has tomado;

me guiarás con tu consejo,

y tras la gloria me llevarás.

¿Quién hay para mí en el cielo?

Estando contigo no hallo gusto ya en la tierra.

Mi carne y mi corazón se consumen:

¡Roca de mi corazón, mi porción, Dios por siempre!

Mas para mí, mi bien es estar junto a Dios;

he puesto mi cobijo en el Señor,

a fin de publicar todas tus obras."

Salmo 73, 23 – 26;28 

“Aunque ande en valle de sombra de muerte,

no temeré mal alguno;

porque tú estarás conmigo;

tu vara y tu cayado me infundirán aliento…

Ciertamente el bien y la misericordia

me seguirán todos los días de mi vida;

y en la casa del Eterno moraré por largos días”.

Salmo 23, 4, 6

“Porque un momento durará su furor;

más en su voluntad está la vida:

Por la noche durará el lloro,

pero a la mañana vendrá la alegría”.

Salmo 30:5

“Él sana a los quebrantados de corazón,

y venda sus heridas”.

Salmo 147:3

BRAHAM: EIN DEUTSCHES REQUIEM

UN RÉQUIEM ALEMÁN

Cuarto día de nuestra semana de espiritualidad

13 de noviembre

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AUSENCIA Y PRESENCIAEl duelo

Carolina Montoya (Filósofa) 

La muerte se encuentra siempre en permanente acecho, pisando los talones a toda sugerencia de vida, hasta que termina con ella, porque esta es la que avanza hacia la muerte. Es preciso aclarar que el término ‘muerte’ se emplea en referencia a lo ya fenecido, lo que ya no está, lo que no se aprovecha o que una vez aprovechado se olvida.

 

Lo menos perceptible de la muerte es el instante que se reduce a nada a causa del siguiente. Cada momento desaparece como por arte de magia, pero no lo consideramos porque le sobreviene otro, hasta que aparece el último: el más notorio y angustiante. Se puede decir que la muerte aniquila ininterrumpidamente la vida, la hace desaparecer. Los instantes fenecidos o sustituidos llegan a ese mismo no lugar del que partieron:

 

"La muerte es el no ser. En qué consiste esto bien lo sé. Será después de mí lo que fue antes de mi existencia. Si tal situación conlleva algún sufrimiento, es necesario haberlo experimentado también antes de surgir a la vida; ahora bien, entonces no sufrimos vejación alguna” (Séneca).

Se debe considerar, entonces, que la muerte es como un juego de luz y sombra en relación con la vida, un aspecto necesario e inconmensurable para hacerse consciente de ella, el elemento que siempre estará a su lado, su implicación más segura:


"La muerte es algo con lo que siempre hay que contar. La muerte es la gran aleccionadora de la vida. El temple ante la vida no es otro que el temple ante la muerte. La muerte es la dimensión más real de la vida humana; la única cara de la vida absolutamente veraz, porque es la única absolutamente real. La muerte es el momento culminante de la existencia, la escena definitiva de la tragedia de ésta, y da por lo mismo, su sentido a la tragedia entera" (García-Borrón, 1956: 202).


De manera que, la muerte no es un problema, no es un asunto que nos deba preocupar en exceso, porque es lo más seguro. Más bien, debemos ocuparnos de la vida mientras la vivimos. Aludir a la muerte es tocar un punto crucial, pues es el motivo que hace las veces de lindero, de guía o de base, a la organización de toda acción humana. Se entiende que la vida es en función de la muerte; todo ser humano realiza acciones en un marco de posibilidades.

 

El punto del que partimos y al que llegaremos es la muerte. Sin embargo, la vida es lo único que tenemos a la mano, pero es limitada por la esfera de la muerte; es decir, nuestros proyectos han de planearse dentro del horizonte que ésta nos marca. Nuestra vida dependerá no de ella misma, sino de los límites que, conformados con la muerte, moldean la existencia. Insensato aquel que planea del otro lado de la orilla. Lejos de la vida no se planea nada, aunque algunos lo hagan en la ficción. La muerte está lejos de ser una posibilidad, porque de ella sólo se sabe, por la diferencia y el punto de referencia que tiene con la vida, que no es. No obstante, “la muerte está siempre presente; no sólo en cuanto toda vida se dirige, como a su término, hacia la muerte, sino en cuanto la muerte está siempre ya en la vida, mirándola, carcomiéndola, desarrollando sin descanso su obra” (García-Borrón, 1956: 200). A pesar de que la vida y la muerte no son la misma, están demasiado cerca, no hay una frontera visible que las separe: una se oculta detrás de la otra, nunca se desligan.
 

finalmente, comprendemos que en el nacer está el morir, no hay por qué espantarse o atemorizarse por una condición natural del ser humano; en otras palabras, la muerte acompaña a la vida hasta el final de su trayectoria; por ello no hemos de admirarnos ni sorprendernos con la inminencia del último instante, puesto que los anteriores se contienen en él. Tener miedo a la muerte es tener miedo a la vida y este temor no ayuda a vivir, al contrario, perjudica. Si se puede precisar en esto una constante sería el amor a la dignidad humana. Así, quien teme a la muerte nunca hará algo digno, pero quien “sepa que la muerte le fue asignada con el hecho mismo de su concepción, vivirá justamente” (García-Borrón, 1956: 200).

Para finalizar les compartimos el siguiente cortometraje llamado "Vacío"; este es la adaptación en animación del primer capitulo del libro de Anna Llenas en el cual nos relata que la Vida esta llena de encuentro y también de pérdidas... Vacío, nos habla de duelo, de capacidad de sobreponerse a la adversidad y de encontrar el sentido:

Último día de nuestra semana de espiritualidad

14 de noviembre

Con celebración terminamos nuestra semana de espiritualidad. En el ultimo día. culminamos con la eucaristía, para que en la mesa del Señor nos reuniéramos como hermanos que nos une el mismo dolor pero también la misma fe; más aun, para que en este encuentro recordemos que no estamos solos sino que caminamos en el mismo sentido: hacia la plenitud. agradecemos a todos nuestros participantes y personas que hicieron de este sueño una realidad posible. 

Eucaristía en conmemoración a todos nuestros fieles difuntos

Nos encantaría saber cuáles fueron tus impresiones de nuestra semana de espiritualidad, Envíanos tus comentarios. 
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¡Gracias por tu mensaje!

TESTIMONIOS

"Por mi parte debo compartir la fabulosa experiencia de corroborar que cada mirada de un proceso, en este caso el duelo,  desde lo Espiritual, Sicológico, Teológico y filosófico, tienen puntos de encuentro sólidos, que confluyen en el hecho de que desde lo humano debemos acercarnos a esa humanidad, aunque parezca un contrasentido. Y todas las miradas desde esas cuatro ópticas,  apuntalan lo trascendente de la existencia, y cómo  esa trascendencia es la que nos conduce  y nos reconcilia con el verdadero sentido de la vida. Reconocer nuestra finitud, reconocer el dolor como un gran maestro para la transformación y reconocer que somos algo mas que un cuerpo. Somos almas proyectando el Plan Divino. Me encantó el uso  del arte y las dinámicas interactivas, para obtener una mayor integración del grupo al evento. Todas las charlas fueron dictadas por profesionales que desbordan amor y FE.. Pilar fundamental para trascender cualquier reto en la vida. Muchas gracias por brindarnos esta maravillosa experiencia."

JOSEFA MORA

"La muerte es parte de un continuo proceso de vida por el cual todos los seres humanos pasaremos sin importar la edad, sexo o condición. Supone el momento final de la vida de una persona y el comienzo de un nuevo estado para nuestros allegados el cual en su manifestación y proceso abarca una serie de características peculiares que pudieran ser similares entre los individuos que la experimentan. Muchas gracias a ustedes los que conforman el Instituto de espiritualidad, a los Coordinadores y a los que ayudaron a esta gran experiencia, por compartir la enseñanza de como podemos llevar el dolor de un duelo. Desde hoy lo practicaré y acompañaré a quien lo necesite. Dios nos bendiga."

MARISOL MORALES

"A todos en Dios nuestro Padre. mil gracias; me queda la gratitud inmensa de haber caminado y sentir que Dios esta con todos y conmigo en particular. Padre José Luis y padre Darwin Dios les bendiga y a todos los colaboradores."

LUCÍA GUADALUPE FUERTES

"A la pregunta de con qué nos quedamos se este taller, yo podría decir que: ahora tiene todo el sentido de la frase inicial : " La vida es un misterio,  vivámosla; la muerte también es un misterio y también debemos vivirla... y mejor si lo hacemos de la mano de Jesús para descubrir  que la vida es bella y la debemos vivir con fe y esperanza. Gracias Padre Darwin."

IRENE DÁVILA

"Muchas gracias Padres, y a las personas que nos guiaron con sus charlas, fue una hermosa semana llena de aprendizaje y reflexiones. Un tema a considerar y muy interesante también sería  sobre el Sentido de Vida. Muchas gracias nuevamente y bendiciones"

MAYRA MERCHAN MORALES

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