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VIRGEN DEL CARMEN "Modelo de vida interior y madre amorosa que nos cuida"


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Fr. Benjamín Guayanay, ocd



Este 16 de julio la Iglesia celebra la fiesta de la Virgen del Carmen. ¿Dónde y cuándo nace esta singular devoción a la Virgen María? La advocación a la Virgen del Carmen nos remonta a la misma tierra de la Biblia en el siglo XII, cuando un grupo de peregrinos cristianos habían llegado a tierra santa por las cruzadas. Estos peregrinos deciden iniciar un proyecto de vida comunitario tomando al profeta Elías como inspirador. Se inicia este proyecto en el Monte Carmelo, cordillera que corre paralela al mar Mediterráneo y allí, en las laderas y en las grutas del Monte Carmelo, construyen su primera capilla y la dedican a la Señora del Lugar, eligen a la Virgen María como su patrona y protectora. Así nace la devoción a Nuestra Señora del Monte Carmelo, la Virgen del Carmen. 


Después, cuando estos ermitaños dejaron tierra santa y regresaron a Europa se volvieron propagadores de esta devoción mariana que encontró un terreno fértil en el corazón creyente de los fieles. Más tarde esta devoción se enriqueció con el escapulario que nació en las entrañas de la tradición de la Orden del Carmelo, como un don de la Virgen, signo que se lleva puesto encima como un vestido; es un pequeño trozo de tela que indica la protección maternal de la Virgen. Al mismo tiempo, este trocito de tela, es nuestro compromiso por revestirnos de Cristo: sus sentimientos, sus pensamientos, sus palabras y sus obras. 


Ahora quisiera compartir con ustedes algunos aspectos del misterio la Virgen María que se ponen más en evidencia con esta advocación y esta fiesta de la Virgen del Carmen. Les propongo en particular dos, en primer lugar, la Virgen María como modelo de vida interior y en segundo lugar la Virgen María como madre amorosa que nos cuida. Veamos el primer aspecto, la Virgen María como modelo de vida interior: en el Evangelio, la Madre del Señor aparece con una vida interior profundamente rica y la razón es la apertura que ella ha tenido desde el principio a la Palabra de Dios. En el conocido relato de la anunciación, que no indica solamente un instante de la vida de la Virgen sino una actitud permanente con la que ella vivió, aparece escuchando la palabra de Dios y dialogando con el Señor. Este es el principio de la riqueza espiritual de la Virgen, la escucha de la Palabra y su disponibilidad para responder en la oración y con la vida. Su famosa frase en Lc 1, 38 “He aquí la sierva, la esclava del Señor”, nos revela que la Virgen María, no vive para sí misma, vive para hacer la voluntad de Dios, con una disposición libre y alegre como lo indica la forma verbal “hágase en mí”. Ella vivió para hacer la voluntad de Dios.


San Juan de la Cruz dice de la Virgen una cosa extraordinaria, en una de sus obras “nunca tuvo en su alma impresa forma alguna de criatura, ni por ella se movió, sino que siempre su moción fue por el Espíritu Santo”. En este sentido, la Virgen es modelo y maestra de vida interior. Los creyentes tenemos que movernos por moción del Espíritu Santo de Dios. El Espíritu Santo nos mueve a la verdad, nos mueve al amor, nos mueve al servicio, nos mueve a la solidaridad, a la paz interior y a la alegría. En cada cosa que hacemos, en cada cosa que pensamos y proyectamos, tenemos que interrogarnos siempre si lo que nos mueve es algún interés egoísta o si lo que nos mueve es el miedo o si, en realidad lo que estamos haciendo es movido por el espíritu de Dios. Esta autoconciencia de docilidad a Dios que caracterizó a la Virgen María, se vuelve para nosotros toda una escuela, todo un ejemplo a seguir en cada instante de nuestra vida. La vida interior tan rica de María, encontró un símbolo extraordinario en su corazón, del cual habla el Evangelio de Lc 2,19 y el versículo 51, diciendo más o menos estas palabras en los dos versículos “ella conservaba todo y lo meditaba en su corazón”, vivía atenta a todo lo que ocurría y luego lo guardaba como un tesoro en su corazón, es decir, la Virgen todo lo que vivía, lo luminoso y lo oscuro, lo alegre y lo triste, lo positivo y lo negativo de la vida, lo convertía en silencio y en oración y conservaba en su corazón el designio de Dios.


La Virgen vive todas las cosas delante de Dios y de esa manera nos revela el secreto para no ser nunca víctimas ni del miedo ni de la angustia, ni de nada que nos pueda convertir en personas amargadas; nos revela el gran secreto para vivir como creyentes, delante de Dios. Se trata de que toda la vida se vuelva silencio y oración, de esta manera el Señor que nos ama, nos consolará, nos auxiliará y nos ayudará en todo. Solamente de un corazón pacificado, de un corazón iluminado y lleno de la presencia de Dios podrá surgir el principio de una vida, de la que fluye espontáneamente el amor, el servicio y la serenidad que transmite a los demás. La Virgen María es maestra y modelo de vida interior.


En segundo lugar, esta advocación de la Virgen del Carmen, nos ayuda a contemplar en la Virgen, a la madre amorosa que nos cuida y está atenta a nosotros. En el Evangelio aparece la Virgen María, cuidando de su Hijo Jesús, desde el momento del nacimiento lo envolvió en pañales hasta que lo acompañó al pie de la cruz, ella fue presencia maternal, discreta, a veces silenciosa pero siempre presente para su Hijo, cuidándolo, amándolo y escuchándolo. María, es nuestra Señora del cuidado amoroso desde los pañales de Belén hasta el momento de la crucifixión, allí justamente en el momento de la crucifixión dice el Evangelio de Juan, que escuchó de labios de su Hijo, poco antes de morir “he ahí a tu hijo”, indicándole al discípulo que estaba a su lado. Ella ve a su Hijo Jesús en cada uno de nosotros.             

 

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