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Pascua: tiempo de vida nueva

Fray Darwin castro ocd.


La pascua hunde sus raíces en las tradiciones Judías. En esta se conmemora la salida de Egipto (memorial que se proclama gozosamente el Sábado Santo en el Pregón pascual “Esta es la noche en que fueron liberados nuestros padres de Egipto”) y se plenifica en la victoria gloriosa de Cristo al salir radiante como el sol de la tumba.


Pasados el tiempo de Cuaresma y la Semana Santa, se cierne sobre la Iglesia entera este tiempo Pascual. Fiesta central para todo cristiano en la cual, late fuertemente la alegría de la resurrección. En este tiempo todos los cristianos son llamados a proclamar que es la vida quien triunfa sobre la muerte; que se le ha arrancado a la muerte el aguijón con el cual amenazaba a la creación entera; que es el amor, y no los razonamientos humanos, quien triunfa.


Por ello, en el nuevo testamento, la resurrección de Jesús, manifiesta en todo creyente la nueva esperanza, la nueva creación, el nuevo estilo de vida en el cual, pasada la noche en que el Rey duerme en el sepulcro, y la Iglesia-esposa, en silencio, temerosa a despertarlo, aguarda, se llega al jubilo pleno que enciende el gozo y destruye las tinieblas.


Ahora bien, en el Carmelo, este tiempo de pascua es latente, y además vivo en cada instante de la vida del carmelita. Se puede hablar de la alegría constante de Santa Teresa de Jesús quien queda sin palabras ante la visión del resucitado (Vida 28, 8; 29, 9); podemos ver también los deseos de pascua en santa Isabel de la Trinidad al querer desaparecer y ser sumergida en Dios, su eternidad (Notas Intimas, 6); de igual manera, las ansias de resurrección de santa Teresita del niño Jesús al querer contemplar constantemente su Astro Divino (Historia de un alma B, 5v); y un sin numero de testimonios de todos, quienes al beber de la espiritualidad del Carmelo, descubren el misterio del amor infinito.


Entonces, caben las siguientes preguntas: ¿que es la pascual en el carmelo teresiano? ¿cuales son las consecuencias de vivir como resucitados? ¿que es la resurrección en una vida destinada a la oración constante, al amor misericordioso y a la entrega profunda como el maestro?


En el Carmelo, la pascua es entendida como una nueva creación en el cual el alma “ya no tiene otro estilo ni manera ni trato sino ejercicio de amor” (Cántico Espiritual A 28, 2). Estas palabras se entiende desde el descubrimiento de la gracia al tener los ojos de su Señor. Una mirada de amor que se evidencia en el encuentro entre María Magdalena y Jesús resucitado en el sepulcro (Jn 20, 11-31); un lenguaje que no puede ser descrito pero que absorbe y levanta a la persona hasta los mas altos misterios.


Así pues, la pascua es el actuar de Dios, haciendo que el alma se iguale a El mismo “en el mismo amor que El ama” (Cántico espiritual A 32, 3); de tal manera, queda impreso el rostro del resucitado en el alma y con esta imagen, el gozo y la alegría abundante deleitan cada instante de su vida. Ahora bien, se entiende que no es fácil este estilo de vida, por ello Dios debe sumergir, a semejanza de Cristo en el sepulcro, al alma en eel agua purificadora de su gracia para que en esto, tome todo su reflejo en Cristo, el amado que se entrega por amor, y de esta imagen quede fortalecida y engalanada; lo cual en términos de San Juan de la Cruz:


“De Flores y esmeraldas

en las frescas mañanas escogidas

haremos las guirnaldas

en tu amor floridas

y en un cabello mio entretejidas”

(Cántico espiritual A, N.21)


Por este engalanarse en esta pascua florida, el resultado es, entonces, ser transformados en Cristo recreados en la nueva gracia e iluminados por la fe clara del amante que la llena de luz. Cabe aquí la imagen de la mariposa blanca, o la 'palomica' (Séptimas Moradas 3, 1), que según santa Teresa, después de haber surcado las aguas del diluvio purificador, después de haber pasado por la terrible noche del dolor, después de haber volado de flor en flor, torna de nuevo al pecho de su amado: Cristo, soledad y gozo, quien llena sus ansias de vivir en su pecho florido (Noche Oscura, N.8).


Es este Deseo, de permanecer recostada en el pecho del Amado, que la hace crecer y exige la gloria que contemplará solo en Dios; por esto, el alma no encuentra palabras para describirlo, y en la incapacidad de este anhelo, desatándose de la carne, logra llegar a la pascua plena; el resultado de esta pascua es que todo queda descubierto, todo es iluminado, es un llamado a reconocer la divina misericordia y un desbordarse en el amor infinito.


Tenemos, entonces, que esto es la pascua para el carmelo: una completa certeza que en el amor esta la morada definitiva; unas ansias irrefrenables de Cristo que hermosea el deseo de eternidad; un deseo, evidentes en todos los santos del carmelo -algunas veces exagerado, porque el amor lo amerita-, de vivir ya glorificado en Dios; un amar a Dios como de El es amada la Iglesia; sencillamente, unas ganas deseosas de vivir como resucitados.


En conclusión, la experiencia del Carmelo, nos muestra que la pascua, el encuentro con el Resucitado, es un constante deseo de eternidad, una proclamación del amor, de la entrega, de la alegría; e invita a que todo ser mantenga encendido el fuego del gozo, el mismo de los discípulos de Emaús, quienes al ver al resucitado, se les enciende el corazón, se les abre el entendimiento y pregonan a viva voz: “Es verdad, ha resucitado el Señor” (Lc 24, 34).

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