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El Sufrimiento nos configura con Cristo

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Madre Paulina de Jesús ocd – Ecuador


El sufrimiento nos configura con Cristo. Aunque a Dios nadie le ha visto jamás (Jn 1,18) y Dios en sí es invisible (1Tm 1,17), para nosotros sus criaturas, lo invisible de Dios, se manifiesta a la inteligencia a través de sus obras (R 1,20). En Jesús, Dios invisible se mostró a través del único “camino” que nos puede llevar con seguridad al Padre: su experiencia humana, que es justamente la “vida” que vino a darnos, la “verdad” que nos dejó en su mensaje: el que me ha visto a mí, ha visto al Padre (Jn 14,9).

Al hacerse semejante a los hombres, Jesús muestra uno de sus rasgos más característicos: la compasión para con las miserias humanas., Él se solidariza con las debilidades del hombre. Sus numerosos milagros son el resultado de una compasión que alivia eficazmente los sufrimientos, reflejo de una actitud de compasión del Padre. También el corazón compasivo de Dios se manifiesta a través de nosotros: en nuestra cercanía a las víctimas, en una palabra de aliento y en la proximidad a los seres queridos. Hoy vemos cómo nuestro tiempo viene cargado de signos reveladores de Dios que se conmueve con la miseria de los hombres, al igual que el Padre misericordioso, en la parábola Lc 15, 15-31, siente la ternura en sus entrañas por el retorno del hijo a casa. De la misma manera, Jesús participa del sufrimiento humano: se compadece de los ciegos (Mt 20,34), le duele el hambre de los que le siguen (Mt 15,32), le llega al alma las muchas enfermedades de su pueblo (Mt 9,36), siente profundamente el dolor de sus amigos hasta derramar lágrimas con la muerte de Lázaro (Jn 11,33.35,38), llora también por el porvenir oscuro y la ruina de su patria (Lc 19,41-42); y así hoy, en el dolor y el sufrimiento de tantos que han perdido la vida por causa de la pandemia, y el dolor de las familias por la pérdida de sus seres queridos, el Padre, a través de su Hijo, fortalece y consuela en estos momentos de prueba. Jesús tiene un corazón sensible a todo dolor humano, conoce y penetra todos los corazones, especialmente los que sufren, los que se sienten pequeños o fracasados en la vida, ve lo mejor del ser humano, disculpa, perdona, comparte y encuentra razones para salvar. . Todo esto tiene una fuerza muy especial al tener la certeza de que Jesús está viviendo hoy nuestra realidad de impotencia y debilidad ante la enfermedad y el confinamiento. Es Dios mismo quien se vuelca sobre los hombres, sirviéndoles. Y así como Jesús no quiere nada para sí, sino para los otros, pues es la verdadera semilla que se entierra y muere para dar la vida por los demás. Médicos, enfermeras y personal sanitario, están arriesgándose a sí mismos y a sus familias dando la vida por los enfermos de los hospitales y casas asistenciales esperando medicinas o una palabra de aliento en una mezcla de debilidad, miedo, angustia e impotencia ante lo desconocido.

 

Desde mi experiencia de monja de vida contemplativa, puedo decir claramente que la oración perseverante es la expresión de la atención amorosa al Dios que solo sabe amar y es misericordioso para con todos y que nos despierta para estar vigilantes ante lo que les pasa a nuestros hermanos y hermanas de cualquier rincón del planeta, haciéndonos salir de nosotros mismos para pensar en los más vulnerables, los más pobres y necesitados de nuestra ayuda tanto material como espiritual. “Obras quiere el Señor” dice Santa Teresa de Jesús (5M 3,11) porque donde hay solidaridad, todos crecemos en humanidad. Es por eso por lo que en este momento se hace urgente la actitud de servicio total de Cristo a los hombres, caracterizada maravillosamente en el hecho de ponerse de rodillas delante de sus discípulos para lavarles los pies, actitud de una enorme trascendencia donde se subraya su divinidad y nuestra humanidad (Jn13,3-5). Si queremos vivir íntimamente unidos a Cristo, a través de nuestra oración confiada, abiertos al espíritu, sin quedarnos ensimismados y al margen de lo que estamos viviendo, si nos acercamos a nuestros hermanos que sufren, comprometiéndonos desde nuestras propias realidades, si somos solidarios con los más necesitados, con un abandono confiado en las manos amorosas del Padre, entonces podremos decir con certeza que el sufrimiento nos configura con Cristo.

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Aurora
02 בספט׳

Maravilloso e inspirador.

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